La disfagia es la dificultad para tragar alimentos y líquidos. Su origen puede estar en motivos muy diversos:
- Trastornos de ansiedad.
- Enfermedades del sistema nervioso: esclerosis, demencias, Parkinson, accidente vascular cerebral.
- Enfermedades de la musculatura orofacial.
- Lesiones locales por tumores, quemaduras.
- Malformaciones craneofaciales.
La dificultad en la deglución lo trata el logopeda y existen diversas técnicas para reducir sus efectos y mejorar la calidad de vida de las personas.
Para problemas de deglución severos el logopeda nos recomendará modificar la dieta, mejorar la posición de la cabeza y hacer ejercicios para estimular la capacidad de deglución. Si además hay problemas de habla ofrecerá soluciones para mejorar los patrones del habla, la pronunciación y la comunicación oral en general. En casos muy severos, el paciente puede alimentarse a través de un tubo conectado directamente al estómago y comunicarse a través de cartas alfabéticas o comunicadores que responden al parpadeo.
Algunos consejos para mejorar la deglución:
- Sentarse en ángulo recto, inclinar ligeramente la cabeza hacia adelante y quedarse de pie o sentado entre 45 minutos y 1 hora después de comer.
- No distraerse cuando se está comiendo. Hay que concentrarse en mascar y no hablar con la boca llena.
- Comer poco a poco: trocear la comida en porciones pequeñas y mascarlas bien.
- Intentar tragar alimentos o bebidas de dos a tres veces por cada bocado o sorbo, toser ligeramente y volver a tragar antes de respirar. Conviene repetir el proceso tantas veces como sea necesario.
- Concentrarse en tragar con más frecuencia. Puede ser útil alternar sólidos y líquidos.
- Cambiar la temperatura y la textura de los líquidos (es recomendable beber líquidos fríos y probar bebidas carbonatadas).
- Tomar comida blanda o fácil de mascar.
- Es posible que los líquidos más finos hagan toser. En este caso hay que beber líquidos más densos como zumos o cremas.
- Si se está tomando medicación, es importante mezclarla con la comida. Previamente hay que asegurarse de si la medicación lo permite. El farmacéutico lo puede confirmar.
Así pues, según la persona y los problemas que tenga, el médico o logopeda indicará unas pautas concretas. Se trata de seguirlas al pie de la letra para resolver dichos problemas cuanto antes, y por consiguiente, disfrutar de una mejor calidad de vida.